Cuando aparece la lluvia el peligro al volante aumenta. La falta de visibilidad, de agarre de los neumáticos, el aumento del tráfico hace que debamos prestar especial atención a la conducción y adaptar la velocidad de nuestro coche a las circunstancias de la vía. Según diversos estudios el riesgo de sufrir un accidente cuando llueve es un 70% superior.
Estas son las 8 claves para que conducir con lluvia no sea un problema:
- REVISA LAS ESCOBILLAS. Conviene cambiarlas cada año.
- VIGILA LOS NEUMÁTICOS. Comprobar si el dibujo de las ruedas es el correcto ya que el agarre disminuye mucho y es fundamental que los neumáticos desalojen la máxima cantidad de agua posible.
- AUMENTA LA DISTANCIA DE SEGURIDAD. La capacidad de frenada de nuestro vehículo se ve mermada cuando empieza a llover, por lo que se necesitan más metros para detenerse.
- EVITA MOVIMIENTOS BRUSCOS. Acelerones, frenazos y giros bruscos de volante pueden provocar un trompo o que nos quedemos cruzados en la carretera. Se recomienda una conducción tranquila y suave, moderando la velocidad.
- ENCIENDE LAS LUCES. Con la lluvia, la visibilidad siempre es menor que en seco por lo que es recomendable encender las luces para ver y que nos vean.
- NO CONFIARNOS SI LLUEVE POCO. Las primeras gotas de lluvia se mezclan con la grasa y el polvo de la carretera y reducen la adherencia.
- EVITAR LOS CHARCOS. No podemos ver la profundidad del charco ni lo que alberga lo que puede ocasionar un pinchazo o quedarnos atrancados.
- “AQUAPLANNING”. Si el coche pierde totalmente la adherencia y se va recto debemos intentar no frenar, no girar. Levantamos el pie del acelerador y mantenemos la dirección firme hasta que notemos que el vehículo se detiene por sí solo y vuelve a reaccionar.