El 21 de septiembre se celebra el día mundial del Alzheimer. Aprovechando esta importante fecha y el hecho de que hace unas semanas se hizo “viral” un vídeo en el que Ted McDermott, ex cantante con síntomas de este tipo de demencia, aparece con su hijo cantando en el coche para recaudar fondos para una asociación del Reino Unido, este mes lo dedicamos a tratar este tipo de demencia y su relación con la conducción.
Dejar de conducir por presentar síntomas de demencia puede ser un duro golpe para muchas personas. Antes de llegar a esta situación, la ley permite establecer un punto intermedio entre el “apto” para conducir y el “no-apto”. En casos en los que la sintomatología está en fases tempranas y con un informe favorable del especialista del paciente, se podría continuar conduciendo bajo el dictamen de “apto con restricciones” (dictamen que también se da en otras muchas enfermedades, del corazón o de la vista, por ejemplo). En este sentido, se podrían indicar restricciones para la conducción: disminución de la velocidad a la que se puede conducir, restricción a la conducción en un radio cercano al domicilio o la limitación a la conducción diurna son los ejemplos más comunes. No todas las personas cursan esta demencia con los mismos síntomas en el inicio, puede que haya personas en fases tempranas en las que no se vea afectada la coordinación y la orientación de una manera importante, por lo que dependerá de cada caso. Al ser una demencia que avanza a velocidad muy diversa en función de la persona, se da una vigencia anual para estos casos y así se va controlando su evolución.

En un conocido documental, su protagonista diagnosticado, afirma que dejar de conducir es dejar que el Alzheimer le venza. En este caso, quizá nos debiéramos preguntar si realmente la cuestión es de una lucha entre el paciente y la enfermedad (a ver quién puede más), pues las probables consecuencias de conducir cuando no se está plenamente capacitado no solo implican a la persona diagnosticada.
El hecho de que una persona diagnosticada llegue a pensar de esta manera, nos debe hacer reflexionar a los que le rodeamos si no podemos hacer algo más para que no se sienta así. Ante un diagnóstico como éste, (más si tenemos en cuenta que el paciente puede ser consciente de las consecuencias que se derivan de él en el momento en que es informado) la familia, y el entorno en general, debe poder ofrecer apoyo y amparo para que se sienta protegida. Así, se intenta que los cambios que se vayan sucediendo sean lo más paulatinos posible para intentar que haya el mínimo de alteración en su vida cotidiana.
Cuando la conducción ya se prevé peligrosa y debe dejar de conducir, es importante ofrecer alternativas para que la persona no se quede recluida en casa sin poder salir: buscar a alguien que pueda encargarse de llevarle a sitios a los que suele ir, intentar que se le hagan entregas a domicilio de recados que no pueda hacer si no es conduciendo él mismo (medicamentos, hacer la compra, etc.); dejar que vaya en el asiento del copiloto, o si debe ir en el trasero, que lo haga acompañado de otra persona puede ayudar en el cambio para que no se sienta solo y desplazado, e intentar verlo, dentro de lo negativo de la enfermedad, desde una visión positiva: que así irá acompañado en el coche, que podrá disfrutar del paisaje, que es momento ahora para relajarse durante el viaje…
Si se sospecha que un familiar puede estar entrando en un proceso de demencia debemos estar atentos a algunas señales: si se notan cambios en su forma de conducir, se distrae con facilidad al escuchar música o cuando le hablan, reacciona de forma inadecuada ante situaciones peligrosas, duda ante la toma de decisiones (al entrar en la autopista o en una rotonda), confunde las señales de tráfico, conduce a velocidades inapropiadas, se pierde por lugares conocidos o se equivoca de carril, son ejemplos comunes que nos deben alertar.
Desde Institut Oftàlmic de Mallorca, esperamos poder orientarles si se encuentran en una situación similar y encontrar la mejor solución para cada persona.